¿Qué hacemos en una clase de yoga para niños?

¿Qué hacemos en una clase de yoga para niños?

Cuando alguna mamá o papá me consulta sobre las clases de yoga para niños, me parece importante contarles de qué se trata, ya que a veces tienen la idea que se parece a una clase de yoga para adultos. Si bien realizamos ejercicios de respiración consciente, posturas y relajación, la manera cómo la compartimos con los niños es bien diferente. En las clases de adultos el profesor conduce la práctica y los alumnos lo siguen, son clases silenciosas donde por lo general no se genera mucho intercambio.

Las clases de yoga para niños son bien diferentes, vas a escuchar risas, comentarios, se van a emocionar, te van a decir que están aburridos o que se están divirtiendo mucho. Quizás hayas planificado una clase súper divertida y en la ronda al inicio, surge algún tema donde a algún niño se le murió su mascota, o sus papás se divorciaron y tengas que cambiar todo lo proyectado. Generando mas espacios para que puedan expresarse, para que puedan reconocer las emociones y canalizarlas, incluir posturas para conectar con la calma, con la paz interior, con ese lugar seguro dentro nuestro que todos tenemos.

Y lo mismo al revés, si quizás creaste una clase muy tranquila donde invitás a que conecten con su interior y los niños llegan con su energía bien arriba, con ganas de saltar y bailar todo el tiempo.

Así que como ves todo es posible, si bien cada clase tiene una estructura y eso ayuda a que el instructor y también los niños puedan disfrutar de la práctica de manera ordenada, también tenemos que estar muy abiertos y receptivos a qué percibimos cuando llegan a la práctica.

También he recibido consultas sobre si la práctica de yoga ayuda a que los niños se calmen. Y podía decir que sí…, pero yo creo que a lo que más ayuda es a que se den cuenta de si se sienten nerviosos o calmados y desde ese lugar, ellos puedan elegir que hacer.

En las clases de yoga aprendemos a respirar de manera consciente y a observar cómo está nuestra respiración: lenta, rápida, tranquila o intranquila, y si bien la respiración siempre está con nosotros quizás no sea una práctica que realizamos habitualmente.

Aprendemos posturas que nos dan equilibrio, fuerza o coordinación, que nos ayuden a ser más flexibles, pero no solo a nivel físico, sino también mental y emocional. Posturas con nombres de animales, de la naturaleza, de objetos y que de una manera lúdica las empezamos a incorporar. Convirtiéndonos en ranas que saltan, perros que se rascan las pulgas y mariposas que quieren volar.

Aprendemos a relacionarnos y a gestionar nuestras emociones, respetando turnos para hablar, ayudándonos en alguna postura,  haciendo silencios, abriéndonos a contar lo que nos pasa y así pudiendo reconocer cómo nos sentimos.

Aprendemos a conocernos, a mirar hacia adentro y también a respetar nuestro cuerpo, cuidarlo y aceptarlo como es, teniendo una mirada más amorosa hacia nosotros mismos.

Aprendemos a respetar nuestros tiempos y a cuidar nuestra autenticidad, porque todos somos diferentes.

El Yoga es una práctica, disciplina, o modo de vida (cómo cada uno resuene en llamarla) que nos incluye a todos, la puedo llevar conmigo a donde quiera que vaya y también compartirla. Yoga es Unión de mente, cuerpo y alma. Es el mejor regalo que le podemos hacer a un niño para que pueda reconocerse como el ser único y maravilloso que es.

Natalia Larrañaga – Profesora de Yoga para niños

 

 

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